miércoles, 31 de mayo de 2017

Cuentos sobre mi periplo andaluz: La Alhambra de Granada (Parte III)

Voy a dedicar una parte completa de este artículo a la Alhambra de Granada, ya que de este modo podré profundizar más en los detalles de este conjunto monumental tan apreciado. Espero que la lectura os resulte tan agradable como me resultó a mí la estancia y que si no habéis estado cojáis el petate y acudáis, porque merece la pena.
      La historia que voy a contar es difícil de desligar de las leyendas que ha generado, ya que disponemos de muy poca documentación veraz y de muchas fuentes que la describen desde una perspectiva romántica. Lo que sí se sabe es que todo comienza en 1238, cuando Muhammad I de la casa Banu Nasr —conocidos como los nazaríes— es proclamado primer soberano de Granada. Esta dinastía permanecería en el trono hasta la toma de la ciudad en 1492 por los Reyes Católicos, asistiendo durante estos dos siglos y medio a una inexorable expansión territorial y comercial cristiana.

Detalle de un ataurique del Mexuar. Fotografía propia.

Creo conveniente señalar que los nazaríes carecían, según Enrique Soria (1), de legitimidad dinástica, puesto que ni descendían de los omeyas de Córdoba, ni del profeta Mahoma. Este autor incluso sugiere que el primer sultán de esta familia trabajó la tierra con sus propias manos. Sin embargo, esto no supuso ningún impedimento a su linaje: ante la ausencia de un pasado, la imaginación juega sus cartas y la justificación de la legitimidad dinástica puede tener su origen en los más recónditos lugares de la fantasía. Así que se inventaron una línea sucesoria que los emparentaba con uno de los compañeros de Mahoma, el cual protegió al profeta en su huída de la Meca a Medina. De todos modos, en al-Ándalus, con su segregación en un mosaico compuesto por infinidad de taifas en 1031, ya se había roto con la tradición de colocar un omeya en el trono.
     A pesar de todo, a Muhammad I le debemos el comienzo de las obras de la Alhambra sobre la Sabika o Colina Roja. Ésta no era únicamente una fortificación en altura, sino que también constituyó una entidad urbana y palatina independiente de la medina de Granada que  acabó albergando en ella la sede del poder nazarí. Todo esto necesitó una gran obra de ingeniería que consistió en desviar agua del río Darro por medio de acueductos que transportarían el preciado líquido a lo alto de la montaña. En efecto, el agua —dando por supuesto el consumo humano— es para los musulmanes un factor de vital importancia en su vida religiosa debido a las abluciones purificadoras que realizan antes de sus rezos cotidianos. Con esta obra su abastecimiento no se vería cortado en caso de asedio.

Mocárabes de la cúpula de la Sala de los Abencerrajes (Fotografía propia)
La máxima labor constructiva en la Alhambra tuvo lugar en el siglo XIV, momento de la construcción de la mayor parte de los palacios y jardines nazaríes de gran belleza. En este periodo, Yusuf I levantó el palacio de Comares y el patio de los Arrayanes, por ejemplo. En cambio, el siglo siguiente trajo consigo tiempos de revueltas, intrigas y conjuras en la corte, que inestabilizaron el poder granadino. A esto se sumó la toma de Antequera a principios de siglo por las tropas de Castilla. El debilitado reino nazarí sobrevivió al avance castellano mediante el pago de parias (2) y las alianzas con los benimerines del norte de África. Sin embargo, la guerra de cerco y el desgaste económico aprovechando los problemas internos de la corte granadina facilitaron la caída de la ciudad. Entre 1485 y 1489 se toman las plazas de Ronda, Marbella, Loja, Almería y Baza, siendo tomada Granada el 2 de enero de 1492 (para empezar el año con energía).
       Cambiando de tercio, la Alhambra y la medina de Granada eran como dos universos paralelos. Sin embargo, los sultanes no se olvidaron de su pueblo por completo. Por ejemplo, Yusuf I fundó la Madraza, un centro de altos estudios; y Muhammad V levantó el Maristán, el hospital más avanzado de la Época.

El Mexuar. (Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/ca/Alhambra%2C_Mexuar_01_%284393970547%29.jpg)

Hace poco más de cinco siglos de que esta historia acabase, pero ese día paseaba por aquellos palacios con la boca abierta y dejando que mis fantasías fluyesen sin miedo a nada. Bordeamos el palacio de Carlos V y entramos en los palacios nazaríes. El primero de ellos, El
Mexuar, es un salón donde el sultán reunía su consejo de ministros y ofrecía audiencias. No se sabe exactamente cuándo fue construido, puesto que el número de reformas y restauraciones realizadas —en 1590, la explosión de un polvorín provocó graves destrozos— impide un cálculo preciso. Lo que podemos observar actualmente es un salón en el que destacan los muros decorados con azulejos.

El Patio de los Arrayanes con la Torre de Comares al fondo. (Fotografía propia)
Después visitamos el Palacio de Comares, un conjunto de dependencias dispuestas alrededor del famoso Patio de los Arrayanes y que fue la residencia oficial del monarca. El patio cuenta con un estanque central rectangular flanqueado en los lados mayores por dos naves que albegan aposentos y en los menores con pórticos sostenidos por siete arcos, siendo mayor el central. La decoración se compone de ataurique (3) y capiteles con mocárabes (4). La galería norte está presidida por la Torre de Comares.

La Fuente de los Leones (Fotografía propia)

Seguimos nuestra visita en el Palacio de los Leones, es decir, las estancias privadas de los monarcas, de gran exquisitez. Este conjunto está formado por el Patio de los Leones —el más famoso de la Alhambra. Era imposible hacer una foto a la fuentecita sin que nadie te molestara, por ello en un alarde de civilización nos dimos turnos—. Su planta es rectangular y en su centro se ubica una fuente labrada en mármol blanco con doce leones sobre un plato dodecagonal. Alrededor del patio, circundado por un porche a modo de claustro cristiano, se ubican varias salas: la de Dos Hermanas, la de los Reyes, el Harén, la sala de los Abencerrajes. Cuando accedí a esta última no pude evitar quedarme con cara de estúpido mirando los mocárabes que cubrían todo, en especial la cúpula. Como anécdota, cuenta la tradición que fue en esta sala donde fueron degollados treinta y seis miembros del linaje de los Abencerrajes (5).

El Partal (Fotografía propia)

Al salir de los palacios descansamos un poco ante el estanque del Partal y acto seguido fuimos a la Alcazaba, la parte defensiva, y la imponente Torre de la Vela, cuya campana repica cada 2 de enero. Son muy recomendables las vistas de la ciudad desde esta torre. Para acabar visitamos los fabulosos jardines del Generalife, una exquisitez para los sentidos que muestra la grandiosidad de la ingeniería musulmana. En su origen fueron el lugar de recreo de los sultanes (no se aburrirían, no...).


Uno de los jardines del Generalife (Fotografía propia)

Aunque lo he intentado, lo cierto es que todas las palabras se me quedan cortas cuando intento hablar de esta maravilla que los nazaríes legaron como altivo observador, que ha vigilado y guardado desde su promontorio la ciudad de Granada a través de los siglos. Lo que sí que me quedó claro es que quienes la construyeron no podían ser unos bárbaros, como algunos pretenden creer. Los musulmanes fueron la vanguardia cultural durante la Edad Media y esto es buena prueba de ello.
Después de tres horas de visita que casi acaban con mis pies, me hice con un ejemplar de los Cuentos de la Alhambra, que hizo que en cierto modo siguiera allí con su lectura. Podría decirse que con este libro me llevé conmigo un pedacito de Granada.
Desde allí, nos fuimos a tomar un tentempié y emprendimos el camino a Córdoba, aunque el cansancio del día no permitió que llegásemos a la antigua capital de al-Ándalus. Aparcamos en un área de servicio. Allí nos hicimos la cena y pasamos la noche.

Plano de los palacios nazaríes de la Alhambra (Fuente: https://menchuduquer.files.wordpress.com/2015/02/la-alhambra.jpg)




(1) Soria, 2008: 82
(2) Impuesto con el que los musulmanes compraban la paz con los reinos cristianos.
(3) Ornamentación de tipo vegetal y geométrica característica del arte islámico.
(4) Adornos de bóvedas y cornisas que consiste en la combinación de prismas a modo de estalactitas.
(5) Los Abencerrajes (Castellanización de Banu L-Sarray) eran un linaje de gran influencia dentro de las tensiones internas en la corte nazarí llegando a ser los validos de los sultanes. Su caída en desgracia vino cuando en 1462 el monarca Sa'd les culpó a ellos y a su visir  de las desgracias del reino. Su muerte inspiró romances allende las fronteras del reino y la tradición dice que una mancha de óxido rojo en la sala es la sangre que da testimonio de tales sucesos.

Para saber más
·      Podéis encontrar más información en estas dos páginas web dedicadas a la Alhambra.
     ·      Vídeo de National Geographic en el que se explica con detalle el conjunto de la Alhambra:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda que cada uno es libre de expresar su opinión, siempre que lo haga con respeto